Interceder es el acto de hacer una petición o clamar o clamar en lugar de otro delante de Dios.
“Si se humillare mi pueblo, sobre el cual mi nombre es invocado, y oraren, y buscaren mi rostro, y se convirtieren de sus malos caminos; entonces yo oiré desde los cielos, y perdonaré sus pecados, y sanaré su tierra”.
2 Crónicas 7:4
Cada miembro tanto de la congregación como del ministerio de intercesión debe ser un adorador e intercesor capaz de activar el reino de los cielos en favor de quienes lo necesiten y como sea manifiesta la gloria de Dios.
En la medida que vamos intercediendo, construimos nuestra intimidad vertical con el Padre, Hijo y Espíritu Santo. Evangelizando (cumpliendo la gran comisión) y llevando a cada uno de nuestros miembros a crecer en la oración como estilo de vida que agrada a Dios.